lunes, 13 de mayo de 2013

¡habemus clásico!



Nunca un segundo partido es igual al primero, en caso de revanchas. Y Sportivo tuvo la suya en su propia cancha, viniendo de perder en el Monumental, con un marco típico de estas dos casacas que subrayan la diferencia en sus confrontaciones. 
Aún jugaban las terceras y las entradas de las batucadas se hacía a puro redoble y bombo, con total tranquilidad, porque si algo hemos aprendido, es a ser tolerantes al menos en el asunto del fútbol. Casi de madrugada o en menos de lo que canta un gallo, diría algún fanático, la escuadra rojinegra se encontró con dos goles en su propia bolsa, frustrándole la hipotética fiesta al dueño de casa. No era para menos, pero aún faltaban varias vueltas de reloj para ir al descanso y si algo llevaría vitamina a los albos, era un gol. Y eso sucedió para que renacieran las ilusiones y el "piturria" unos minutos más tarde indicara el camino de los vestuarios. 
Como estaba con mi nieto desde el inicio, y vi el interés que ponía el niño en lo previo del juego, eso le mostré. Miramos el pre-calentamiento de ambos cuadros, del bar del extremo sur vendría con un chupetín obsequio de mi amigo Luis Gómez, un gran delantero de otro tiempo, con sus hermanos, Ramón y "Chucha". Así se daba el trámite entre otras cosas, hasta que llegó el momento esperado y con el petiso santafesino y tatengue entré a la cancha para las fotos en la salida de los dos colosos del barrio norte, y estoy seguro que de esto tan hermoso que vivió, el chiquito no se olvidará jamás. 
Los humos con los propios colores es un espectáculo llamativo y emocionante, ni hablar de los parches batientes de cada costado y las gargantas afiladas que no paraban de cantar sus consignas. Había quedado con el relato partido en el entretiempo, con el 2 a 1 para la visita conducida por Ariel Catinot y vendría después el empate que vigorizó los embates de Rodrigo Scelza y sus muchachos tocados por la gritería que engrosa las venas, en eso no me caben dudas. El 2 a 2 resultó un premio ardorosamente buscado por los zanjoneros y el 3 a 2 directamente desbordó lágrimas, pese a que el tiempo restante era lo más semejante a la eternidad. Dos remates en los caños para la Juve que tenía la ciudadela de Esteban Fernández a su merced, la defensa repartiendo boleos a los cuatro vientos sin poder salir del asedio, y los ánimos a sangre y fuego de las parcialidades que no decaían en sus reclamos. Nadie mezquinaba suelas en los encontronazos pero a pesar de la rudeza demostrada, el agua no salió del cauce y eso habla bien de los muchachos de ambos equipos, que pusieron todo a cara de perro, y más allá de eso, nada. 
Juventud mostró una consistencia por encima del empeño albo, que iba cuando podía y en una de esas, donde nadie espera tanto, llegó el 4to gol que transformó un pronóstico difícil en una realidad que enderezó hasta los pinos más torcidos de la periferia histórica.
Me dije, pensando en mi nieto, qué día tan particular para haber estado en el estadio, pisar su verde, mirar parte del juego junto a "Chango" Pianetti y Ramón Acosta, y estar entre los muchachos del cuadro, en la foto,  donde alguna vez jugó su padre fugazmente, y su bisabuelo trajinó en tareas para el club donde fue miembro de la comisión junto a don Alberto "Pili" Vernazza. 
Lo bueno de pertenecer al mismo barrio, a mi entender el más lindo de todos,  nos reconoce como amigos, aunque seamos de la camiseta que más nos guste. Nada queda para el día después, para ese lunes que llega sí o sí, salvo el recuerdo dulce o amargo a quien le corresponda. Nada es para siempre y es justo, por eso lo digo de esta forma y lo dedico a los hinchas de corazón de Juventud y Sportivo, y a quienes lo quieran hacer suyo.
                                                            
                                                                            Fotos y textos de José López Romero.        
















































































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