En el verde campo de un club sin nombre, la pelota
estaba siendo maltratada por los dos equipos en pugna. El hombre del silbato se
veía tan perdido o desorientado en su papel de juez, igual que el pibito de
esta simple historia que podría ser cierta, en una selva de figuras vociferantes que sobrepasaban su
estatura. Sus curiosos diez años, alertas como cualquier niño en semejante
momento, fueron una “esponja” absorbiendo todo a su alrededor. Por el griterío y
la sangre en los ojos de la mayoría nadie percibía su presencia, o no eran
tenidos en cuenta, tampoco los otros chicos ubicados aquí o allá, junto al
tejido que separa el fútbol y describe dos campos antagónicos, el de adentro y
el de afuera, como en un drama absurdo.
Dejé de mirar el partido y
observé los ojos desaforados de los hinchas, me vi en ellos, que a su vez eran contemplados por
los “botijas” sorprendidos, por que entre ellos estaban sus padres. Todos escupían
palabras hirientes, de las que decimos cuando reaccionamos mal, las mismas por
las que reprendemos a nuestros hijos en casa, exhibiendo el rótulo hipócrita
de, “eso no se dice”.
Tras la pitada final y
mientras un escándalo de proporciones exageradas para una liga local, daba lugar a encendidos
conatos de pelea, el chiquilín se marchó olvidando que había venido a la cancha
con su papá, que para el no era ese que “puteaba” y bravuconeaba por cuestiones
de un juego de fútbol.
El domingo que siempre
esperaba con alegría, esa tarde le dejó una sensación que su alma inocente no
supo explicar, cuando su madre lo vio triste y con ganas de llorar. (José López Romero)
1 comentario:
Muy lindo José, lamentablemente es lo que se vive día a día en nuestras canchas, uno ya no sabe que pensar, si las cosas son adrede, si falta perfeccionamiento o una locura que te voy a decir, si simplemente conviene que en las canchas pase lo que pasa para después tener más recaudación con las multas, fíjate lo que llega uno a pensar, cuando a esta altura del año tendríamos que estar hablando de lo productivo que tendría que haber sido este en cuanto a las enseñanzas que nos tendría que haber dejado este JUEGO, y a veces nos olvidamos que es solo eso, un JUEGO. Un abrazo grande! Germán.
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