lunes, 29 de octubre de 2012

Lo que dejamos a los pibes


Una camiseta, el pantaloncito, los botines y las medias haciendo juego, siempre fueron nuestra ilusión, y hablo de muchos años pasados, una friolera de tiempo, desde donde no pudimos arreglar nada, de los males que sangran el fútbol.
Ayer, la muestra más horrenda de una galería de hechos similares acontecidos, se vio en las tribunas de Ríver - Boca.  Energúmenos golpeando sin piedad a tipos indefensos, que estaban ganando unos pesos haciendo prevención de seguridad en un sector del estadio. 
Ya es sabido,  que aunque pongan 5000 agentes, volverá a ocurrir exactamente lo mismo, o algo peor, nunca se sabe. Una película repetida, donde la expresión más brutal del hombre queda sellada, fruto de una sociedad enferma que no repara en nada, para saciar su crueldad, y esto, en una cancha, solo es uno de los frentes donde la guerra es sin cuartel.
Un juego hermoso es manchado una y otra vez, a los ojos de los niños inclusive, y eso es lo preocupante, ante la bola de nieve que engrosa la violencia y no solo en los clásicos (devaluados y sin figuras, por otra parte), sino en cualquier partido allí donde se juegue, cosa que nos roza de tanto en tanto a los del interior.
El negocio del fútbol no terminará por tales episodios, se verá, y en pocos días la burbuja mediática se "pinchará" y volveremos por la misma huella. 
¿Será que nada de estos malos ejemplos, revuelven las tripas de nadie?

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